viernes, 27 de abril de 2012

El signaculum rectangular y los impuestos coloniales

Los sellos rectangulares, que indican la identidad de un patricio de una colonia romana (no de un municipio), muy bien podría tener la función de librarlo de pagar un tributo por sus transacciones comerciales, siempre y cuando fueran para la exportación, algo muy común en el negocio del vino. Precisamente en el siglo anterior subió considerablemente este impuesto a causa del desastre de la Guerra de Arminio en Germanía. Este tipo de episodios hacían útiles y necesarios los sellos. O sea que si Lucretia mandaba vino a Roma no pagaba el tributum, porque además  sería absurdo que pagara impuestos por proveer a la capital del imperio con sus productos de la colonia. Para ello su esclavo  firmaba en el estadillo del patrón del barco con el chatón y en las vasijas colgaba unas tarjetas de arcilla con la huella de la cartela del sello. El comercio se consideraba algo indigno para las clases pudientes,  por eso los esclavos tenían vía libre para llevar los negocios y enriquecer a sus amos, o patronos (dinero que necesitaban para mantener su estatus) en el caso de los libertos. Por otro lado, los esclavos también se beneficiaban al poder, pasado un  tiempo, comprar su libertad. Esta situación de beneficio mutuo hizo que el negocio del vino mantuviera en Barcino una actividad frenética por muchos años. Esto explica que en esta colonia imperial acabara habiendo muchos libertos ricos, la mayoría griegos, propietarios de tierras.
Los colonos romanos de Barcino no pagaban impuestos por poseer  tierras, pero sí en las compraventas internas de la colonia.

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